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Dice la palabra que no hay que sentir envidia. Pero yo pregunto: ¿Como no sentir envidia del resto cuando te falta lo escencial para que la vida se llame "vida"?.
Creo que ellos tenían razón. Yo no estaba listo, pero me arroje a los leones, sin arrepentimientos, ya no hay nada que hacer. Me devoran lentamente. Ya perdí la batalla. Resignación y nada más. Ya no se si es esta la vida que quiero. No es independencia. El unico temor que ahora me aprisiona es sentr que esta cosa que la raza dominante llama "envidia" empieze a arrastrarme con su ojo y encare a aquellos que, como yo, no supieron escapar del abrazo de la locura y la soledad y decidieron apagar la vela que hechaba a andar eso que otros llamaban "vida", pero que ellos, en la consciencia de su propio demacrar, ya no la podian nombrar con ese abstracto concepto. Teniendo en la mente fija la idea de que hasta programar el despertador a la hora de la mañana ya era un sin sentido de actividad. No hay vias de escape porque el día solo tiene veinticuatro horas. Y la envidia que crece y crece a cada momento por saber de aquellos que tienen y no ven, que poseen y no aprecian y que, más aun, pierden.
Pregunto entonces: ¿Quien tendra en su boca la palabra para corregir tales andares?
... el que tiene oidos para oír, oiga...